Un mensaje a los que debieron ser mis padres.

Un mensaje a los que debieron ser mis padres
                                    Anónimo
 
 
¡Papitos!
No sé si deba llamarlos así
porque en realidad nunca lo fueron,
cuando descubriste mamita
llevarme en ti, sentiste náuseas,
pretextos mil que papito y tú
me destruyeron,
aún recuerdo con bastante pena.
 
Hace seis meses que tú, mamita,
en una noche te diste cuenta
que estaba envuelto en tu placenta
y te dio una rabia, mucha, infinita;
sentí algo amargo, mas que importaba
aún en el vientre vivía tranquilo,
el sexto hijo era yo.
 
¿Cuánto te amaba? sumaba días,
multiplicaba el mismo mes,
parecíame un siglo;
soñaba tanto con ver las flores
la luz del día ¡y a mis hermanitos!.
 
Íba a ser bueno con mis mayores,
todos mis actos serían mejores
por ver alegres a mis papitos,
soñaba tanto en aquel momento,
en el instante en que me tendrías;
me veías envuelto y cubierto a besos…
y tú siempre me arrullarías
y mi papá me diría “travieso”.
 
Mas esa noche que bien recuerdo
llegó papá, te miró nerviosa,
corriste y en aquel encuentro
hablaste de mi, que me llevabas dentro,
te sentiste mal… temerosa,
sentí que él se quedó muy quieto,
quiso llorar, se quedó en silencio.
 
 Te vi con ansia, casi con miedo;
él me quería, casi estoy cierto,
iba en su vida y en su pensamiento,
mas el demonio pudrió su mente
le dio egoísmo, le dio veneno.
 
Sentí temor, me quedé pendiente,
escuché llantos y gritos fuertes,
tantos reproches que se dijeron;
mi fetal alma ya comprendía todos
los gritos, falsas palabras.
 
¡Pensé vivir!, pensé que me querían,
que estaban limpias aún sus almas;
cuando acostaron  a mis hermanitos
sentí bonito, quise ir con ellos,
no había lugar, ¡y qué importaba!…
así chiquito me conformaba con estar cerca… ¡Dormiría en el suelo!.
 
Escuché entonces a papá, tu voz quebrada por el cansancio o por el desvelo, que era imposible que yo llegara, que era más importante que compraras tu coche azul último modelo, sentí morirme,
lloré en silencio…
 
¿Eso es ser padres? Yo les pregunto,
¿No me querían, por qué me hicieron?… Yo no pedí venir a este mundo.
 
Al día siguiente, muy de mañana,
al hospital se fueron dispuestos a todo, miré por último aquella casa,
la que iba a ser mi casa,
y a mis hermanitos tranquilos,
quietos, no imaginaban lo que pasaba.
 
Los niños sólo somos traviesos.
 
Miré aquel cuarto impecable, blanco, y una mirada fría, sentí miedo,
te di un abrazo, busqué a papito,
busqué una huida, grité, lloré,
me hice pedazos porque atentaban contra mi vida.
 
Cuando vi a papito estaba temblando,
Cuando pasamos en la camilla
le vi una lágrima en la mejilla,
¡Sí me querían! ¡Estaba llorando!
¡Sálvame! ¡Sálvame! Te gritaba;
te vi indeciso por un instante,
pero a medida que nos llevaban,
¡Tú mi papito, me abandonaste!
 
Cerraron las puertas y te durmieron,
Yo quedé solo, aislado, preso,
iba a morir, lo sabía, ya no imploraba
porque ninguna súplica serviría de nada, sentí un dolor agudo aquí en mi pechito sólo un ratito… después, nada
 
Mi cuerpecito aún caliente quedó en un frasco, ya estaba muerto,
el doctor dijo “próximamente será usado en experimentos”.
 
Perdí mi cuerpo, mas no mi alma que ahora descansa junto al Creador,
hoy a casi un año de aquella infamia
yo los recuerdo con mucho amor
y aunque soy ángel, a veces sufro al ver que a solas lloran y gimen al acordarse de aquel aborto que fue su crimen.
 
Se acuerdan de mi todo el año,
en cualquier parte, en cualquier lugar,
cuando observan a cualquier niño
que va en los brazos de sus padres.
 
Yo ya los he perdonado,
Mamá, papá, prometo velar por ustedes y mis hermanitos…
 
Adiós les dice… el que pudo haber sido su hijo.
 
 
 
 

 

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Una respuesta a Un mensaje a los que debieron ser mis padres.

  1. aninimo?? el autor se llama Fidencio Escamilla Cervantes

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